Cuando estaba estudiando Gestalt
(hace más de 6 años), antes de poder llevar personas para practicar mi rol como
terapeuta, los ejercicios de terapeuta - paciente eran entre nosotras las
alumnas, y muchas veces no sabía que
tema abordar como paciente.
Una de esas veces que me tocó a mí
ser paciente, y se me vino a mi mente un gesto que en ese momento me parecía molesto
que yo estaba haciendo y no sabía el cómo dejarlo de hacer, el gesto era una
exhalación fuerte con sonido (el sonido era como ahhh). Durante mi terapia
hable con ese sonido he hice contacto el para que lo hacía, en ese momento me
di cuenta que cuando exhalaba de esa manera me encontraba bajo mucha presión y
ese era un alerta que me daba el cuerpo para descomprimir o para drenar a
través de la exhalación la presión interna que tenía.
Valga acotar que para mí eso fue
un darme cuenta profundo y resignificativo en que ya no veía molesta la
exhalación sino más bien como un semáforo que me indicaba cuando ya mi cuerpo o
mente está cansado.
Estas semanas he estado haciendo
una meditación en donde ella me va indicando el cómo respirar y que pensar
cuando respiro, y entre las indicaciones me indica inhalar y al exhalar emitir
el sonido ahhhh de forma mental, en cada respiración, al final de la meditación
te explican que haciendo este tipo de respiración con sonido activamos el área
de Broca, que es el área del lenguaje y que el sonido ahhh despierta bucles de
serenidad, y de esa forma te ayuda a relajarte más.
Lo cómico es que no había
asociado la teoría con la practica hasta hace días, en donde me cayó la ficha que
aquella exhalación que mi cuerpo hacía de forma involuntaria era realmente para
darme serenidad y calma en aquellos momentos en los cuales conscientemente no
la tenía ni la andaba buscando.
Y acá viene el título del
artículo, que sabio es el cuerpo, y cómo utiliza su sabiduría para guiarme y
mantenerme a una temperatura fresca, he indicarme cuando parar o para donde
seguir.
Ahora cuantas veces te ha pasado
al igual que a mí que sientes aquel dolor de cabeza, de estómago, de piernas,
de vista, dificultades para respirar o cualquier otra molestia que no quisieras
tener, y no le prestas atención y quieres hacer caso omiso o tomarte algo para
que se pase, y no prestamos atención para que ella aparece.
Aprender a escuchar a nuestro
cuerpo forma parte de reconocerlo como una máquina de carne y hueso que siempre
busca nuestro beneficio y que no es la máquina la de la publicidad de la pila
del conejo que dura y dura, sino que más bien debemos respetarlo, escucharlo y hacerle
caso para poder lograr nuestros objetivos de una forma equilibrada y saludable.
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